Por Sylvia R. Villafañe
Es energía, poder, osadía y seducción. No lo uses, si no quieres llamar la atención. El rojo es uno de los más intensos en la paleta cromática, por eso, cuando el rojo es el color… no hay quien quede indiferente. Ya bien lo dijo Goethe: el color rojo no se olvida.
Históricamente, se le considera un color primigenio, porque es el color de la tierra y la arcilla, hasta se usaba en las pinturas rupestres. En muchas culturas fue la pintura sagrada, la que emana de las entrañas del suelo. Y al día de hoy, muchas empresas aprovechan este color llamativo para resaltar la identidad de su marca, diferenciarse de la competencia y aumentar las ventas.
Tampoco es casualidad que lo encuentres en ofertas, señales de tránsito, sirenas de ambulancia, en los uniformes de equipos deportivos, en símbolos patrios, o que predomine en la ambientación y en los logos de los restaurantes de comida rápida, porque -cuando el rojo es el color- se estimula el apetito, se acelera el pulso, se dispara la adrenalina, nos mantiene en alerta y nos avisa del peligro o de una prohibición.
Igualmente, el color rojo se ha ganado un lugar privilegiado en la industria de la moda, especialmente desde finales de 2023 y para este 2024, se ha dicho que es la tendencia que arrasará, como acaba de verse en la alfombra roja de los Premios Goya. Como máxima expresión de estilo y seguridad, nos han dicho que el rojo y sus variantes sirve para llevarse todas las estaciones del año y nos han sugerido en las revistas de moda que lo combinemos con rojo, con dorado, blanco, negro, rosa o lila. Ni se diga de lo que esta tonalidad apasionante significa para la cosmética y el maquillaje. ¿Quién duda de la elegancia clásica de unos labios rojos bien pintados? Tan elegantes como un “little black dress”.
Asimismo, la utilización del rojo para la decoración no es nada nuevo. Por ejemplo, el rojo cinabrio (por el nombre del mineral que procede), es el que puede verse todavía en los murales romanos de las casas de la ciudad de Pompeya. Y el bermellón o rojo chino, porque el descubrimiento de este color se le atribuye a ellos, se usaba para pintar los templos, como símbolo de vida y buena fortuna.
Evidentemente, nuestra relación con el color rojo es mucho más íntima y profunda de lo que pensamos. Por ello, la pregunta obvia es ¿y en casa?, ¿puedo usar rojo?
La búsqueda de la alegría
Otra de las percepciones, a nivel psicológico, del color rojo, es que evoca optimismo y alegría. ¿Y quién duda de lo necesarios que son ambos sentimientos en nuestras vidas? Pues pongamos manos a la obra, ya que este tono, que encarna vitalidad, se adapta con facilidad en el diseño de interiores, a diferentes entornos y propósitos, solo es cuestión de aprender a usarlo.
Aunque el rojo produce la sensación de reducir los espacios, es ideal para salas de juego, pasillos o zonas de paso, la cocina y el comedor. Pero también puedes usarlo como color de acento, en sillas, alfombras, cortinas, copas o cojines. Y es ideal para combinarlo con colores neutros, como el gris, arena, crema y los distintos blancos. También puedes utilizar tonos marrones y negro. Con maderas claras, luce muy moderno. Otras combinaciones interesantes son el rojo con el verde olivo, hasta el naranja y amarillo. ¿Con turquesas y verdes azulados? Recuperarás un aire de las escenas pintadas en el Renacimiento.
Especialmente en los espacios con mucha luz y techos altos, el rojo va perfecto. Pero no es recomendable en el dormitorio, porque crea un ambiente demasiado estimulante en un entorno donde se quiere descansar. Recuerda que la meta es crear un contraste dinámico con los demás elementos del entorno. Sumérgete en el mundo de marcas como Alessi. Kartell y Poltrona Frau, que siempre han creado piezas estilosas para acentuar diferentes estilos decorativos.
Y si eres como yo, con la mirada siempre puesta en el arte, estas también apuestan por el rojo: “El Windsor y la Palma del Pie”, de Carlos Dávila Rinaldi, la ” Amapola” o la puerta de “Cabo Rojo III”, de Abey Charrón, la “Gestalt en rojo” de Gustavo Fuentes, “La encrucijada” de Miguel Trelles, la “Menina” de Iván Alejandro Báez, o los “Flower vase” de Karlo Ibarra. ¡Qué maravilla!
Mobiliario y accesorios: Palacios
Obra: Carlos Dávila Rinaldi, Galería Petrus
Mobiliario y accesorios: Palacios
Obra: Karlo Ibarra, Galería Petrus